El deseo, en la punta de la lengua

Abre el reproductor, se guía con los dedos, escoge una canción, inicia la música, conecta los oídos a las notas, cree que esta música es para noches de luna sin lluvia, cambia la canción, deja sonar otra, esta es para tardes de lluvia, pasa a la siguiente, la deja, es dulce la canción, piensa en el sabor del chocolate, es música para comer chocolate. Mira la palma abierta de la mano, reconoce una fisura mental y la deja reventarse, cruza un dulce líquido con el sabor del cacao procesado, las líneas untadas por completo, se dirige hacia las formas redondas de uno de los senos de su amante, pezón y seno untados, y sonríe de imaginarse persignándose con la punta de la teta, y luego, escribir te quiero con la lengua sobre la piel bañada en chocolate.

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