No vas a Monserrate, sabes que podrías subir por el Funicular, en Teleférico o caminando por el sendero trazado por la ladera de la montaña. Ves el cerro desde el bus de Transmilenio que te lleva por la Calle 26 hacia el centro de Bogotá. Al barrio la Candelaria fuiste un día a comer pizza con una de tus amigas, no te sabes los nombres de las calles, aunque si te esforzaras un poco recordarás que en la «del Suspiro» por la carrera 5a. entre calles 19 y 20, besaste a una compañera de la oficina con quien pasaste una temporada de amantes, y luego unas más de desaliento y fatiga porque ella no quiso estar más veces contigo. Aunque has visto el vuelo de las palomas en la Plaza de Bolívar, no tienes una fotografía con el Palacio de Liévano de fondo, apenas si te acuerdas del nombre de tus amigos que se saben la historia de la estatua de Simón Bolívar que está en el centro de la plaza.
Tienes conciencia de que hay una red de bibliotecas a la cual asistir, pero no vas a ellas desde hace mucho tiempo, te estás perdiendo del silencio de la Luis Angel Arango, y del espacio natural que rodea a la Virgilio Barco, es más ni siquiera sabes que ese tal Virgilio fue alcalde de la ciudad. Al chorro de Quevedo no has ido hace más tiempo del que quisieras aceptar, y lo recomiendas a quienes visiten la ciudad, a propósito del lugar, nunca besaste a nadie allí mientras fuiste a cenar a los bares alrededor de la plaza o cuando ibas a escuchar a los cuenteros. Una vez fuiste a cenar a La Macarena, hacía frío y se resintió tu sistema respiratorio, así que varios días después estuviste con una de esas gripas continuas con las que viven los habitantes de la ciudad.
Por casualidad eres bogotano?
Sí. A 2600 metros más cerca de las estrellas
Pues lástima que no nos encontramos antes, yo también nací a esa distancia, soy «cachaca». Me da mucho gusto encontrarte