Pones tu brazo desnudo junto a un vidrio limpio y ves como el sol pasa hasta tu brazo sin sombra alguna. Pones tu brazo desnudo junto a un vidrio sucio y ves como tu brazo se llena de manchas. Luego, empiezas a limpiarlo, a aplicarle medicina para dejarlo sano. Claro, no va a funcionar porque tu brazo no está enfermo. En la vida, el vidrio es como los prejuicios con los que los demás te miran, si les haces caso terminas creyendo que estás enfermo o eres inmoral por los prejuicios de los otros.

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