En algún lugar de la casa una lavadora absuelve a la ropa del mugre recibido en su jornada laboral. Una camisa trabaja un día, entre doce y catorce horas, luego descansa el resto de la semana. La camisa acepta sin rechinar de ojales su condena y se somete a las vueltas que le infringe la lavadora. Agua, detergente, algún producto adicional y más vueltas hasta que sale sin posibilidad de reclamo.
