Son navíos perdidos, cruzan las calles y dan pasos por los andenes, ofrecen una mirada compasiva, solo entendida por sus pensamientos, pasan el pasillo, y, aún ofreciendo resistencia, hacen fila, el último trayecto, la última milla, por decirlo de algún modo, el primero en llegar, el primero en salir, no sale, solo es un decir, sale con el pequeño deseo saciado, viciado de avaricia, satisfecho de haber cambiado días de trabajo por una paga más. Son navíos adiestrados, ahora acometen la rutina aprendida, de los estantes toman lo necesario, lo que alguna publicidad los motivó a tener, para alimentar las largas hileras de productos por comprar, luego, otra vez, una fila más, el primero en llegar, el primero en pagar, si alcanza para la cuenta completa y, sino, pues al fiado como se usa hacer, no que no es así, es a crédito porque fiado es para los que no tienen el plástico para pagar. Son navíos cansados y, ya no hacen fila, no hay hileras para seguir, ahora están esperando sentados programas de televisión para ver, detrás de los programas, la publicidad hace fila para vender.
