Uno nace con un diccionario sin palabras, con hojas por llenar, y luego con los días va llenándolas, pero pasa que no todas las palabras necesarias se encuentran, o por lo menos no en el momento que uno las espera. El diccionario, con tantos vacíos como urgencias insatisfechas, se va llenando con una lentitud de días sin noche, y padece de tachones y palabras mal escritas. Un diccionario personal, uno para cada uno acorde con su vida y propósitos, en el que también guardamos las palabras secretas. n

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