Hay días en que me siento en la mitad de la vida, empiezo a sumar y noto con apego a la aritmética básica que un largo trecho he zurcido, o al contrario, descosido y lo que queda con un poco de suerte será lo mismo. Y eso ocurriendo al tiempo o motivado con la pregunta de la muchachita que quiere conocer mi año de nacimiento. La miro, le dedico un gesto de sorpresa, pongo el año exacto y el mes, ella juega a la cábala, eso me dice pero sé que me engaña, juega a los números, a las cartas, a muchas cosas, eso dice, yo atravieso calendarios sin tener claro el movimiento y la prisa con la que me he plantado en este día, el rostro atraviesa vertientes de dudas, ella lo nota, y habla sobre lo que el azar le ha dicho de mí, tienes tantos años y tantas risas por vivir que puedo quedarme contigo hasta cuando pases etéreo ante la luz de la noche.
