Me gustaba con buena y mala intención, no llevaba escote y me atreví un par de veces a pedirle que rompiera el protocolo y abandonara el saco, ella respondía, no tengo nada debajo, así, una tortura verbal comenzaba. Me gustaba, usaba el lenguaje para describir cada detalle, yo ponía mis ojos a prueba para no salirse. Tenía novio y eso fue suficiente para repudiar en modo propio cualquier intención de ponerle un verso entre las líneas de la mano. Supe yo de su afición por verme, me buscaba para sentirse consentida por mis ojos, le parecía una aventura verse en mi pupila. Tenía novio y yo no quería competir con nadie, los encuentros eran quirúrgicos, una vena rota, una vena cosida, un órgano extraído, uno repuesto. Parecía querer sumar sus horas conmigo, y yo me atravesaba un orgasmo por ella en las noches mientras me la jugaba a soñar con ella.
