Lugar de raíces profundas y fecundas, de amplios y encumbrados árboles, de enredaderas, de sereno aterrizaje de la luz en la piel oscura de la tierra, de olas doradas que se pierden entre verdes hojas, donde la memoria lo es todo y nada, a donde parte el viento sin sed de victoria o derrota a reposar tranquilo. Sé el bosque.
Estás hecha de momentos mínimos y cada uno de ellos habla de la completitud de tu existencia, vas rigurosa a recomponer los colores, aromas, texturas de la tierra, te precipitas y tu golpe es la música de las nubes, el fugaz instante en que todo existe para aquel que se desnuda bajo tus gotas, después de ti todo existe, antes solo existe la espera. Sé la lluvia.