A la mujer que me gusta le quedan bien las tarde soleadas, la luz resalta el color negro en su cabello, en sus ojos se reflejan como si una fuente de agua estuviera siendo salpicada por trazos de luz sobre cada gota. A la mujer que me gusta le quedan bien las mañanas de frío, ella se abriga y enciende con su sonrisa la calidez necesaria para estar optimista
