El cansancio herido de oscuridad

En el cuarto, en ese lugar donde solo tus pensamientos prosperan, te quedas viendo hacia el techo, recoges las luces que pasan la cortina, admiras el movimiento de las sombras y cuando parece que todo es estático sientes que la luz desaparece y las sombras adquieren una forma exacta, tienen movimiento propio, cierras los ojos, aprietas mi mano, pregunto qué ocurre y me dices, nada, solo para sentirte.

De repente, cuando la oscuridad es el elemento visible de la noche, percibes la fuerza del silencio y sientes a tus pensamientos acariciar sin prisa mi nombre, sí, te sorprendes con mi nombre entre el silencio y la oscuridad bordeando verbos y sustantivos sin poder detenerte.

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