Yo dejé un corazón de papel en tu escritorio, el señor que hace el aseo en los muebles lo quitó antes de que llegaras a la oficina. Ahora lo envío con el mío en un avión de papel para que llegue a tu casa. El viento y el azar se pongan de su parte para encontrar la ventana de tu cuarto abierta, y a tu imaginación dispuesta para mantener el vuelo hacia un hangar en tu pecho donde me nombres en silencio.
