Cuatro y veinticuatro minutos en la tarde. La definición de bochorno en el diccionario en internet es «desazón o sofocamiento producido por algo que ofende, molesta o avergüenza». Tengo el rostro acalorado, el lugar en donde estoy está aprovisionado una temperatura y una humedad más alta a la que estoy acostumbrado. Una de las ventajas de los diccionarios de papel es poder observarse junto a la palabra que uno encuentra otras en la misma página y uno puede con ello leer alguna adicional después de haber hecho la consulta. El calor continúa, las axilas gotean y una línea de sudor se dilata punteada en el cuello, si alguien la viera desde el techo la observaría como una línea de autobuses líquidos.
No hay un minutero dando vueltas para alcanzar la siguiente hora, la mirada se dilata sobre los números arábigos utilizados en occidente, sesenta segundos tarda en cambiar el dígito de la derecha, no sé contar segundos con los dedos, aprendí en la infancia a usar los dedos para enumerar y sumar, no para pasar de un segundo al otro. Sigue siendo la misma hora porque el meridiano correspondiente a esta zona horaria se mantiene. Las líneas imaginarias aceptadas por todos y que sirven para tomar diferentes mediciones debe ser una de las demostraciones de la inteligencia, claro, si uno compara eso con las habilidades de los animales para ubicarse en el espacio tiempo sin utilizar ningún tipo de artilugio, pues, los seres humanos somos bastante limitados, y también puede uno decir al hacer esa comparación que el ser humano es altamente creativo porque sin habilidades propias descubre la manera de utilizar instrumentos tangibles o no para imitar las habilidades de los animales.
No desaparece el calor. El nivel de bochorno empieza a notarse con mayor intensidad en mis mejillas rojas, debe parecer mi rostro como si una abuela me hubiera apretado la cara al saludarme. El nivel de concentración es menor cuando el termómetro eleva su medida, no comprendo a la primera lo que me dicen, quizá no estoy entendiendo y me estoy quedando con información errada. Ahora pienso en el sentido común, el menos común de los sentidos, es una buena frase para usar en alguna conversación e indicar que todos pensamos diferente, aunque damos por supuesto que en ciertos casos deberíamos hacerlo la misma manera.
El calor no desaparece, la buena voluntad tampoco, continúo sin mucha concentración, o al contrario, concentrado en mis divagaciones, miro las manos extendiéndose sobre la mesa, los retengo, quiero mantenerlas conectadas a los brazos, hago el lazo habitual con los brazos sobre el pecho, recuerdo aquella repetición sobre estar en esa posición, “estás cerrándote y no quieres escuchar”, no puedo reír, sin embargo, podría haberlo hecho sin darme cuenta. Un parpadeo constante empieza a cruzarse plácido frente a los ojos, la línea de gotas en el cuello aumentó su caudal y se está reproduciendo por el cuerpo, caigo flácido sobre la silla, trato de levantarme, no puedo, ya no hay bochorno, soy parte del calor en el sitio, me voy filtrando con el aire húmedo, parpadeo, masajeo las piernas, me han dicho esto, “masajea las piernas para no dormirte”, lo hago un largo rato, los demás también se ven cansados, hablan menos, una prudencia los obliga al silencio, pronto diremos adiós y nos iremos con el aire cálido.