Mi amigo Leonardo me escribió anoche cuando ya el sueño se había estacionado en mí. Aunque como él estoy acostumbrado a charlas en lo más alto de la noche, estaba cansado y caí a ese lugar del que vuelven los boxeadores cuando han caído en la lona. Me escribió para contarme que el bar en donde asistió a los Ciclos de Poesía en Los Bares estaba cerrado, desmantelado.
El primer encuentro debimos hacerlo un 28 de octubre de 2008 en el bar San Francisco. En la calle 19, entre la tercera y la cuarta, hay una pequeña plazoleta en la que hay bares, un supermercado de cadena, un bar en donde también presentan cine, y otro en donde las paredes están adornadas como para una obra de teatro. En el primer piso está el supermercado, en el segundo los bares y otros locales. En ese piso estaba el Bar San Francisco (CL 19 No. 3A-09 INTERIOR 106)
No recuerdo ahora el nombre del propietario, en cambio sí puedo decir que me senté a conversar con él en la barra mientras él atendía a los clientes. También sé que fui muchas ocasiones a estar en ese lugar para romperle la cara al día de oficina que solía devolverme a la realidad hecho una bolsa de vidrios rotos.
Nos juntábamos para leer poemas, propios y de extraños, de poetas conocidos y sin popularidad alguna. En San Francisco Bar había un lugarcito en la esquina en donde acomodábamos la silla y el micrófono. Tenían la gentileza de apagar la música y dejarnos leer, de prestarnos las sillas y las mesas para que los amigos nos encontráramos, a conversar de la vida, de lo que en verdad nos importaba. Escuchábamos y sentíamos la lectura de los poemas con la misma fe que tienen los ateos en su descreencia, y también, al contrario, con la misma fe de los religiosos.
Siento un agradecimiento inmenso por este lugar, San Francisco Bar era mi lugar favorito. Una vez tuve la mayor de mis envidias, yo que creo en la monogamia, una noche vi a un muchacho besar a una mujer, y cuando esta se iba para el baño, besaba a la otra. Quise ser él, y besar a esas dos mujeres como si esa fuera la última noche de la vida. Claro, el dueño recogió la tristeza de mis conversaciones sobre el trabajo y el amor, y me devolvió una palabra de ánimo con un buen vaso de cerveza.
También desapareció el bar “Contexto Urbano”, eso fue hace muchos años. El propietario del lugar se juntaba con nosotros a conversarnos de cultura. Quizá esto no es exacto, pero siento que era uno de los pocos lugares en donde el restaurante (era restaurante de día y bar de noche) estaba adornado con obras de arte.
Mi agradecimiento al propietario del bar San Francisco, y aprovechando este momento a todos los amigos que estuvieron en ese espacio conversando conmigo.