No se ve claramente un infierno debajo de los paraguas que cubren del exceso de lluvia o de sol en la tarde, pero lo hay, ahora cuando esa mujer arruga la frente y vocifera en silencio y con furia unas palabras para asaltar su memoria y romper de ella la historia que nunca quiso narrarse, pero que en estos días de su vida ha tenido que repetirse no volver jamás a esa casa de la que no puede huir porque ha quedado preñada de costumbre sin que encuentre posibilidad alguna de parir una libertad con la cual irse.
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