Esos que se besan en la esquina lo hacen por costumbre, me refiero a la pareja que se toma de las manos y al tiempo se besan incluyendo a la lengua. Es una costumbre, como un rito repetido del cual no se conoce y no se le concede otro significado diferente a mantener la apariencia, así como aquellos celebrantes con la bandera izada y el himno a su país cantado con las piernas firmes y la mano en el pecho, solo para decir que son de allí y los demás los respeten por eso. En cambio, esos otros que se besan en la otra esquina como si quisieran tocarse más que morderse la saliva, esos otros están apurados de sexo y afanados por una ventisca que ciegue a los otros para ellos meterse mano sin vergüenza, y cuando digo mano, me refiero a las dos manos, a los labios y la lengua, a todo aquello que cabe en el cuerpo y produce amor y tentación al mismo tiempo. No me refiero a usted lector desprevenido que ha llegado aquí para desprenderse de diez o treinta segundos que tarda en leer estas palabras, me refiero a los otros que en este momento se besan en la esquina.
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