Necesito que hablemos

Hablemos del instante en que pusiste orden a los trazos y diste forma lineal a tu cabello, del último sorbo a la bebida antes de salir de casa y las primeras palabras que le dijiste a alguien en la calle, de esa canción con la cual reparas tu memoria y la usas como inyección para observar recuerdos placenteros.

Hablemos del color para la ropa, del aroma en la piel y la respiración continua mientras los pulmones se abren y se cierran, de tus pies moviéndose como un tic nervioso debajo de la mesa, y de la repetición del temblor en los labios como leyendo en voz baja lo que el monitor expone en palabras.

Hablemos de ese relámpago sin trueno que llega a tu memoria y trae la forma de un cuerpo y un espacio, un lugar y un tiempo, de las nubes a las que temes cuando estás a punto de salir hacia la calle, de los muchos días que no has mirado desde la ventana, de esa vez en que fue para ti la última porción de galleta, de estar pendiente de una respuesta y olvidarlo porque llegará a destiempo.

Hablemos de los objetos en tu bolso y la diferencia en tiempo entre llegadas, de los que no les dan paso a otros, del intento de sonrisa al pensar en los objetos sin enumeración alguna y que suman más que los dedos de las manos, del espejo que te mira y se aprende exacto tu rostro, pero que tú sabes que solo es capaz de repetirlo en tu presencia.

Hablemos de las pastillas y de las veces en que las evitas para no inundar tu cuerpo con medicinas, del dolor de cabeza que esperas desaparezca con un poco de agua en el vaso, de otros dolores que no comentas en conversaciones públicas y que llevas hasta la cama cuando quieres volver al útero y sentir el líquido amniótico limpiándote entera.

Hablemos de esa mañana en que enojada bajo la ducha querías romperle el ego a alguien y confundiste el agua con tus lágrimas, de la distancia en días sin mensajes o llamadas, en correos o encuentros con amigos que no has visto desde hace tiempo.

Hablemos del lugar en donde pusiste una caricia y luego la olvidaste porque había fruta y verduras, y te gustan más que los besos. De la noche en que mirabas hacia la calle con todas las luces encendidas y mientras tanto llegó la madrugada.

Oscar Vargas Duarte | La transparencia del aire | 2019 | Burdelianas Poetry

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