Somos los que damos un paso tras otro en la fila, quienes toman el transporte de ida y de vuelta cada día, los que dormimos con los brazos extendidos y despertamos listos para otra jornada. No haremos una revolución y tampoco nos opondremos a ella. Somos los callados que solo gritan para darle espacio al olvidado eco que quiere repetir unas palabras. Estamos dispuestos, aun contrariados, vamos con nuestra voluntad a dónde sea que el sol quiera entregarnos a la noche.