Ella abre las manos al tiempo con la sonrisa, piensa en unos días antes, en ese pequeño temblor tras los ojos cerrados, en la mano tensada y los dedos luminosos junto al color oculto de sus piernas. Cierra la mano y siente que con ello despierta una memoria de complicidad con sus pensamientos y el movimiento suave de sus dedos. Una complicidad entre la imaginación en la que piensa en una mano extendida sobre sus senos cubiertos por la tela, entre su mano cubriéndose la entre pierna y un pensamiento de ella desnuda sobre una cama de telas blancas.
