Tarde y temprano son palabras a las cuales esta noche quiero dedicarles unas palabras mínimas, no por ellas, por mí, porque ahora quiero despegar una conversación conmigo, una de las que suelo tener cuando camino por la calle yendo y viniendo a un lugar, a otro. Tarde, era tarde para ofrecer cualquier aprecio por ella, nunca vino predispuesta a la caricia, y quizá no hacía falta la predisposición porque dice la costumbre que no se llega predispuesto a relación alguna, se va conquistando instante a instante ese momento, y luego, se da, simplemente se da porque se camina por el rumbo del gusto, de la compañía. No hacía falta, yo en cambio esperaba ese impulso natural, una especie de conexión primaria dada naturalmente, claro, ya lo dije, no había posibilidad alguna dada mi expectativa de que todo estuviese conectado desde antes.
