Tomo ahora el abecedario, busco las letras que en conjunto den forma a la palabra con la cual reconozco su nombre, cambio de idea, mejor tomo todo el abecedario y lo lanzo entero a la mesa, no se ordenan, no en la primera o en la segunda lanzada, en la tercera surge su nombre y una palabra formada correctamente, las leo, sonrío, guardo el abecedario, guardo mi memoria, descubro una tela limpia, sin arruga, tejido, bordado o línea alguna, presumo de poder poner en ella todo como si nada anterior a ella hubiese existido.
