Hueles a mí porque en el abrazo te llevas la sal de mi piel cuando toco tus brazos y tus manos.
Sabes de mí para que tu memoria tenga la mayor de las excusas y entres a buscarme en tus recuerdos.
Hablas como yo y verbalizas con mis conjugaciones lo que antes no podías nombrar con tus palabras.
Agrietas la noche para esconder entre las sombras tu mirada que me busca.
Sabes del peso, la distancia y el volumen de mi presencia en tu pecho, por eso estás ahora hurgando en el espejo para encontrar una esquina en donde esconder tu afición a mi presencia.
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