Entre hielos y disparos musicales se oculta la cordillera oscura de tus nombres. Un vacío da lugar al siguiente y el anterior deja ecos brumosos sobre el aroma estéril que llena la copa. Te llamé ternura y eras embrujo. Busque tus navíos y ellos no resistieron la sal de tus puertos. Tu lenguaje de milenios secretos dejó en mi boca el sabor de los sordos musicales. Tus verbos y los míos se conjugan en primera persona, la primera persona del plural está ausente. La ventana cae ante la represión del viento, todas las cartas llegan a leer su duelo a mi soledad de trueno.
