Dejas de creer en agüeros, el gato negro, el paraguas abierto, el paso bajo la escalera, la sal, la madera, el arco iris, la serie de números, el siete repetido, la pata de conejo, incluso los olvidas, y un día te paras frente a la vitrina, ves en una tienda de mascotas, a una pareja de gatos apareándose debajo de una escalera, detrás de ellos, en el fondo, la mujer que atiende abre un paraguas, la ignoras, ves el reloj, es la una con once minutos, sientes un calor repentino en la oreja izquierda, y de repente, sin que lo sepas, toda la construcción esotérica del mundo pasa ante ti sin que tú la notes, absorto en ti mismo, vuelves tus pasos hacia la calle y sigues sin que otra cosa que tú corazón te guíe.
Imagen de Михаил Прокопенко en Pixabay