El reloj despertador es el primer dios del capitalismo al que le rendimos culto.
No hemos vuelto a la lectura del horóscopo, perdimos el gusto por las cartas y dejamos de utilizar el dinero en visitar al adivino, ahora vemos con aplomo las circunstancias de la vida, solo creemos en la ciencia, hacemos caso de la estadística y usamos la probabilidad para tomar las decisiones, cultos, racionales, en eso nos hemos convertido.
El adivino puso un anuncio, ofrece sus servicios como guía turístico en la zona, en la hoja del periódico asignada al horóscopo hay una sección sobre el pronóstico del clima, las cartas las usamos como porta vasos y se han ido perdiendo al caerse de la mesa.
Demostramos la inteligencia siguiendo los métodos de la ciencia y la técnica, no como antes que poníamos en el rito y la liturgia las apuestas, somos racionales, altamente sensatos al seguir las propuestas científicas, los dictámenes de la economía, de la psicología y las ciencias sociales. No apostamos, seguimos al pie del número la recomendación de la fórmula matemática, no más, no menos.
Aprendimos que es innecesaria la búsqueda de la felicidad, siendo como somos una variable más en las ecuaciones económicas, un objeto más tras la veta del consumismo guiados por el marketing, sumamos aquello de lo que nos apropiamos, lo que vale es la posesión, y luego la capacidad para cambiarlo apenas la moda pone otro objeto a rodar sobre la publicidad diaria, medimos la satisfacción por el acceso al consumo, por el número de estrellas asignadas al restaurante o al sitio a donde vamos de viaje por turismo.
Abrigamos el cuerpo siguiendo una línea, la de la oferta, y si queremos ser diferentes pedimos un modelo de otra marca, se llama estilo y lo define el tipo de ropa que compramos, la forma del cuerpo que aceptamos y vamos moldeando con ejercicio diario, con medicina de uso específico para eliminar la grasa, o más fácil, atravesamos los salones de la estética yendo directamente a la cirugía estética.
Ese es nuestro raciocinio, la demostración de nuestra inteligencia, así estamos y seguro una mirada adicional encontrará fácilmente otras notas para adicionarle a esta marcha de palabras.