Orgasmos asincrónicos

Durante el viaje a Perú una amiga me envió fotografías de sus manos casi a diario, la mayoría de la derecha, las fotografías las hacía en la noche y llegaban a mi correo casi en el mismo instante, a veces abierta, a veces cerrada, los dedos alargados, los dedos doblados, sobre la sábana, la almohada o encima de una de sus piernas, de estas últimas solo fueron tres. Al volver nos encontramos para tomar café, hablar de sus días de paseo, ver las fotografías de cada lugar visitado y, aunque ya lo dije, hablar de su viaje, de eso sobre todo. Al final de la charla, de su bolso extrajo una caja con un obsequio, rompí el papel, destapé la caja, dentro, ordenadas, enumeradas, con fecha y hora estaban impresas las fotografías que yo había visto en el correo, una pequeña nota en la que con una letra nerviosa había escrito, cada una la hice después del instante en que la imaginación y la mano me llevaron al éxtasis mientras pensaba en estar contigo ese momento.

Imagen de Karolina Grabowska en Pixabay

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