Media taza de café quedó fría en la mesa, aun así, pidió otra, ya no lo atendió la muchacha, esta vez un joven de barba le ofreció una porción adicional de galleta por un valor menor al de la lista y con descuento. Aceptó la porción, pagó, esta vez dijo otro nombre, Leopold Bloom, y el muchacho lo anotó en la taza de cartón donde le servirían la siguiente taza de café, que como la anterior se quedaría a medio terminar sobre la mesa. Pensó en Molly, así le dice todavía a su primera novia, aunque el nombre real es Ángela, y no la ha visto desde la universidad cuando hizo el pregrado. Vuelve a tocarse la rodilla, no le duele, las pastillas han surtido efecto en su sistema nervioso.
