Ella tiene un sello seco, lo usa en las librerías, abre los libros, busca la hoja en la que el número de página corresponda con el día de su nacimiento, 24, da uso al sello, deja marcado el libro, se va sin mirar otra cosa que la puerta de salida. Dice ella misma, que las puertas son seres con una magia superior a la de los espejos, son para entrar y para salir, el mismo objeto permite realizar dos acciones que por definición son antónimas. De las librerías ha aprendido que, si los ángeles existen, los libros son la mejor versión de ellos, porque quizá ese dios que los crea y al cual le obedecen, los tiene en una gran estantería, cuando alguien los necesita los extrae y envía a hacer lo que él quiere, así los libros, cuando uno más los necesitan aparecen para que uno encuentre en ellos la manera de ganarle a la vida una partida.

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