Estrellas fugaces, escotes abiertos

Vamos a la mesa, uno de los dos sirve en orden los platos, el otro lleva las bebidas, una silla hace ruido, un plato curte con el sonido de su cerámica al golpear la madera, haces una oración, agradeces la comida, yo tu compañía, el primer bocado que cortas es para mí, yo pongo mis pies entre tus piernas, las cierras y los atrapas.
Reímos, pasamos comida de un plato al otro, me cuentas de tus olvidados síntomas de la gripa, yo te hablo de una historia narrada por un taxista, te sorprendes de que sea cierta y no una narración surgida de mi imaginación, me recuerdas que no debo escribir las historias de los otros, respondo que lo sé.
Mis pies siguen atrapados por tus piernas.
Tomo una esquina de la servilleta de papel, hago una bolita, la lanzo hacia tu escote, aunque apunto no logro el objetivo, sonríes, me dices, si lo logras libero tus pies, anudas un botón al ojal y entonces el reto es más complejo, al tercer intento liberas mis pies y mientras sonríes sueltas dos botones y me pides, sin tocar tu piel, que extraiga el universo que he lanzado dentro de tu blusa.

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