Tú que tomas coca cola y firmas discretamente con tu nombre cuando te lo exigen los documentos, que estás unas libras pasado de peso y te sientes indefenso frente a las corbatas y antes de conciliar el sueño apuestas contigo mismo a soñar con una pareja olvidada.
Dime, ¿Traes en tu billetera el nombre de tu primer amor?
Tú que te quitas los zapatos para ver televisión y te muerdes la lengua suavemente pensando en el filo de tus dientes. Tú que te cepillas los dientes con crema dental y juras pocas veces, pero luego no recuerdas haberlo hecho.
Dime, ¿Crees que tu cama es el útero último del cual te desprendes diariamente?
Tú que sonríes sin exceso y das monedas a los mendigos sin dejar de sentir una culpa innecesaria porque unas veces piensas en que podrías darle más y otras en que no deberías hacerlo. Tú que tienes cicatrices en las rodillas desde la infancia y quisieras narrar la historia de las caídas que las originaron.
Dime, ¿Resumes al final de cada mes, como quien hace un balance, las heridas que no fueron en tu pecho?
Tú que te enojas sin expresarlo y estás con furia, pero te contienes para no herir con tus palabras a los otros, que te cansas de la rutina, y te alegras de aquellos que se fugaron hace tiempo.
Dime, ¿Al apagar la luz sigues creyendo en la realidad o das por hecho que desaparece cuando cierras los ojos?
