La tristeza tiene un tiempo de caducidad, una fecha de expiración, y me gusta verla en el límite cuando viaja por la sombra y se transforma en noche.
Ella: Solo estaba desnuda en tus ojos, ahora solo lo estoy en tu memoria.
Yo: De los placeres de la lengua, nombrarte, tu nombre repetido y las formas de tu cuerpo salivadas en mi boca