La mujer que me gusta es una mujer que cabe sin esfuerzo en mis ojos, entra sin que le hagan falta los atajos, cruza festiva expresando la alegría que es ser ella misma. Se cuela con ventaja en mis oídos y siendo su voz un bosque de palabras y sonidos pongo toda la atención para escucharla. Es en el silencio el mismo bosque, sin ninguna distancia deja en la prontitud del movimiento de sus labios el espacio para apreciar de nuevo los acentos o para mantener el fluir del sin sonido en el aire.
