De algún lugar en tu memoria extraes ideas para darles forma en la casa, ahí te las apañas, vas de un lugar a otro, dejas en una esquina tu ropa interior extendida midiendo las baldosas, pones en orden los colores de tus blusas y con ellas das tributo a la bandera colgándolas en la puerta, desde tus labiales inconclusos armas una colegiatura de letras, formas en línea recta los nombres de los bares a los cuales has ido los jueves y los viernes, escribes salmos sin tener fe en las iglesias y dibujas trenes atravesando los bordes de la cama. De algún lugar en tu memoria extraes el olvido, te quedas viéndote en el espejo, y entre risas, preguntas por tu nombre y cuestionas tu presencia, ríes, y como si la única arma para defenderte fuese una fotografía que guardas en la cartera, la extraes, y la miras, hasta que reconoces en qué lugar de tus olvidos extraviaste esa imagen.
