La mujer del café, la que atiende detrás del mostrador tiene una lista de los visitantes asiduos. Me cuenta que una señora a la que traía en silla de ruedas una enfermera cada día, y a veces venía acompañada de sus hijos y sus nietos, ha fallecido semanas atrás. Yo extrañaba no ver a la enfermera que tenía unas tetas pequeñas y ocultaba bajo un brasier con relleno con el que aparentaba una talla más en esos de las tallas definidas por la costura. No me parecería un asunto menor este de la lista de la muchacha si no estuviera mi nombre varias líneas debajo del de la señora.