El esposo le pregunta por el anillo. Ella le responde, me lo comí.
— ¿Cómo?
— Estaba jugando con el dedo en la boca.
— ¿Qué?
Ella estaba entre dos estantes de libros, la vi y me acerqué sabiendo que ella no atendía en el lugar, le pregunté por una novela de Vila-Matas. Puso su mano en la espalda y me dijo que me ayudaría a buscarla aunque ella no trabajaba en la librería.
Unos pasos más adelante, después de unos comentarios sobre la librería las preguntas entraron a la intimidad como el anzuelo en el agua. Puso su mano en la boca, cada gesto en su rostro, cada movimiento de sus dedos fueron apreciados con pasión por mis ojos.
— Jugaba con el dedo en la boca y me pasé el anillo por la lengua, luego sin poder evitarlo me lo pasé.
— ¿Jugabas a qué? Ya estás grande para hacer eso.
— No me di cuenta, fue algo mecánico.
— Vomítalo
— Ahora no puedo. Ya lo intenté y no pude.
— ¿Qué harás?
— Esta noche lo resolveré en la casa.