Un perro ladra.
Un auto sale a la calle con ánimo de no ser percibido.
Las formas de tu rostros vienen a mi memoria.
Escucho un poema de Mario Benedetti.
Tu voz está a la distancia del teléfono.
Tus palabras aparecen en la pantalla del teléfono.
El portero grita a unos jóvenes que juegan con patinetas frente a la puerta.
Lejos de mí te llenas de la noche.
La noche se atreve a presentar a la luna, en un rincón de luna, la luna y sus reproches.
La puerta del baño permanece cerrada.
Encuentros, una palabra en la que no te encuentro.
Los sonidos en el teléfono son por mensajes que no leo.
El perro insiste en su voz de garfio ladrando a los autos del parqueadero.
Música en la puerta de la vecina, canciones de las que no comprendo la letra.
El reloj da la hora, me recuerda que tengo menos tiempo para dormir.
Ayer te desnudabas antes de entrar a mi cama.
Esta noche te fatigas solitaria en tu cuarto. No vienes.
Una flecha sin alas trae recuerdos de tu espalda delgada.