Creyó estar despertando por fragmentos, primero la memoria, recordó la noche anterior, el frío nocturno y la manera en que se arropó con las cobijas, luego los brazos, menos tibios que el resto del cuerpo, los cubrió nuevamente, estiró las piernas, sintió las extremidades enteras, en calma, volvió a la quietud. Con la espalda reconoció los hombros, sin cansancio, sin tensiones, movió el cuerpo hacia la derecha, no quiso abrir los ojos todavía, continuó así durante tres minutos hasta cuando sintió el alboroto de la lluvia contra el vidrio de la ventana. Abrió los ojos, aunque la luz lo inundaba todo, sintió que la mañana era gris y podría dormir más. Cerró los ojos y se durmió por fragmentos, no se ocupó más en recordar, aproximó los brazos al pecho, encogió las piernas y durmió.
