A veces, solo a veces, el poema es un lazarillo, un gran perro guiándote un instante, se vuelca con sus dientes de furia hacia tu rostro hasta quebrarte la máscara, ya herido de muerte el ego, te deja libre, sin ceguera alguna, para que no sean necesarios lazarillos, sistemas o guías.
Imagen de Free-Photos en Pixabay