Lo que me gusta de los secretos guardados en la punta de la lengua es que luego uno los deja empotrados con tinta transparente en la boca de la mujer a quien besa, y siendo así, vuelve una y otra vez a tachar con ahínco aquello que ya dejó escrito. Se usa este mismo instrumento en el que se conservan secretos para hurgar en sensaciones secretas más que en lugares ocultos, y mientras va reconociendo los espacios deja curvas y rectas sin letra alguna, pero con palabras bien escritas que dicen te quiero, te amo, te deseo.
Imagen de Ryan McGuire en Pixabay