Sex-tuagenaria

Oscar Vargas Duarte

A las cuatro de la tarde el calor surgió como un espanto y yo huí de él
hasta mi apartamento, abrí la puerta, busqué en la cocina un refresco
con hielo, lo llevé hasta la sala y yo caminé con él. Fue una sensación
extraña a la que me enfrenté, no sabía si el refresco me llevaba a mí o
yo lo llevaba a él, o talvez los objetos se movían y yo permanecía
estático. El calor no era vencido por el ventilador que giraba en la
esquina de la sala. El pensamiento repetido tantas veces cuando el
calor me sofoca volvió a presentarse sólido, son sorprendentes aquellos
que trabajan bajo la presión del calor y se despreocupan de la medida en
el termómetro, el calor afecta mi percepción del mundo a través de los
sentidos.Me desperté a las ocho de la noche, mi conciencia claudicó ante el calor
y…

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