Me enseñaste a tejer para bordar tu mirada en mis ojos, me mostraste cómo coser para con el hilo darle forma a la tela con la que he de extenderte en mi memoria, me diste el color de la noche para agitarlo en las horas de sol y poder ver la noche entre las luces. Pusiste en mis manos el temblor de la vida, la caricia próxima y la caricia perdida para que comprendiera que es en el movimiento del baile donde todo comienza. Así estabas enseñándome de la vida.
