Dicen mis hermanos, que te reciba en su cuerpo como si tú fueras el mar y ella la tierra, que mantenga su canto para ti igual al aire que nunca abandona a la montaña. De sonrisa espontánea y mirada expresiva, que sepa abrir y cerrar para dejarte pasar cuando es necesaria la prisa y detenerte cuando el imperio sea de la prudencia. Una mujer que se parezca a ti, pero no tanto, que sea diferente a ti, pero no mucho.

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