Llueve y tú estás

No dormí temiendo que un movimiento involuntario de mi cuerpo o la expresión de un ronquido la despertara. Quince minutos después de las doce en la noche cerró los ojos y su respiración se tornó suave y liviana. Estaba recostada sobre mi hombro izquierdo, si es que soñaba podría escuchar dentro de su sueño el tañido en mi pecho que la llamaba. Sobre las dos … Continúa leyendo Llueve y tú estás