Una de las cosas que admiro de los seres humanos es su capacidad creativa, por ejemplo, crear robots con alto nivel de inteligencia o duplicar genéticamente a seres vivos con alta complejidad biológica. Una de las cosas que menos admiro de los seres humanos es su capacidad para convertir en esclavos a sus propias creaciones y, también por una extraña paradoja, convertirse en esclavo de ellas.